domingo, 29 de junio de 2014

¿Dónde están las estrellas?



Érase una vez un gatito que siempre se dormía viendo las estrellas. No podía hacerlo sin ellas pues le relajaba mirar al cielo y contarlas; sentirse protegido por su luz. Así, en cuestión de minutos, cerraba los ojitos hasta la mañana siguiente.

Un día, llegada la noche, se dio cuenta de que sus estrellas habían desaparecido y además había tormenta y eso le asustaba mucho... bueno, digamos que le asustaba un poquito porque los gatos somos valientes...

Así que se hizo un ovillito en su cama e intentó cerrar los ojos y dormir... sin éxito. Buscó otras luces que le tranquilizaran: encendió la televisión, pero era demasiada luz y muy parpadeante. No le sirvió. 

Encendió una lamparita y la tapó con una tela, pero hacía muchas sombras y no quería imaginarse monstruos, así que la quitó y la apagó. También lo intentó con una linterna, pero no podía dejar de intentar atrapar esa luz misteriosa que se movía por la pared.

Según pasaba el tiempo se iba poniendo más nervioso. Se sentía incómodo porque estaba cansado y no lograba conciliar el sueño. Le faltaban sus estrellas. Así que armándose de valor, salió de la cesta y decidió ir a buscarlas.

lunes, 23 de junio de 2014

Momentos de relax

Caminando iba, descalza, entre la hierba fresca y verde. Era noche de luna llena y entre los árboles penetraban intensos rayos de luna blanquecinos y resplandecientes. Alzabas la mirada y el cielo estrellado parecía brillar con más intensidad cuanto más le mirabas.

Anduve largo rato entre árboles caídos, pasé junto a la orilla de un río mientras el sonido del agua me reconfortaba de alguna forma. No estaba perdida, sólo dejaba que mis pasos guiaran mi camino.

Llegué, sin darme cuenta, al corazón del mismo bosque, un claro sin árboles, completamente despejado e iluminado por esa luna tan bella.

Allí, sentado en una roca, había un músico. Estaba improvisando, tocando para el bosque. Intentando no hacer ruído me acerqué y escuché. Su música pronto me atrajo y me envolvió, suave como un suspiro, fuerte como un abrazo, delicado como una caricia...

Él sólo sonrió, me miró intensamente y siguió tocando. En silencio me habló de mis sueños, de mis deseos, de mi pasado y de lo bonito y especial de mi presente. Cerré los ojos. Desnudó mi alma con calidez y ternura y embriagó mis sentidos con notas impalpables que me llevaron a un estado de éxtasis contínuo. Viajé a aquellos lugares que siempre imaginé. Me evadí de mi vida real para pensar en aquello que tal vez ya no pudiera llegar a tener o realizar.

Me enamoré de esa música. Era como si cada DO RE MI FA me hiciera el amor con dulzura y pasión, como si conociera rincones ocultos de mi misma que ni siquiera yo conocía. Me extravié entre tanto frenesí de emociones, me dejé llevar a un estado completamente eufórico admirada por el placer que la música me producía. Fue tal el delirio que, al rato,  caí profundamente dormida.

Así pasó largo rato hasta que desperté. El músico ya no estaba. Miré a mi alrededor, le busqué. Tal vez fuese producto de mi imaginación... Sin embargo aquella mirada, aquella música perfecta, aquel sentimiento... Habían sido demasiado reales para aceptar que fueran sólo sueños.

Tras un largo suspiro, me levanté y continué mi camino. Cada paso que daba ahora era distinto: eran más livianos, diferentes. De alguna manera aquella experiencia me había transformado. No sabría decir cómo ni por qué. Pero allí estaba yo, alejándome del corazón de ese bosque, extrañamente triste y feliz, pero con la seguridad de que algún día volvería a encontrarme con aquel músico y con su magia.



Y esto es lo que ocurre cuando escucho "Andare" y "Primavera" de Ludovico Einaudi.

jueves, 12 de junio de 2014

A través de mis gafas...

A través de mis gafas todo es distinto: Más colorido, menos triste; más atractivo, menos reflexivo... más fascinante. Es un lugar con otro ambiente, con un frescor que embriaga e invita a reir y volver a reir y no parar hasta que los musculos de la tripa se contraen doloridos por tal esfuerzo.

A través de mis gafas la vida tiene un olor más dulce y un gusto más picante... hay emoción, pasión, locura... hasta un poco de lujuria. Su tacto es como una caricia que se convierte en un abrazo necesitado, es una sonrisa en cada rostro, es la aceptación en la mirada de otros.

A través de mis gafas hay un mundo diferente, menos preocupado por funcionar, con más ganas de vivir intensamente. Veo un sitio en el que cualquier decisión es buena, donde el dinero jamás importa y todo lo demás se compra con emociones y rico es quien las desborda.

A través de mis gafas veo estrofas sin rimas y rimas sin versos. Es el caos propiamente dicho, música que suena al azar y matemáticas sin números. Expresiones sin palabras, magia sin trucos. Veo algo que es y no es al mismo tiempo.

A través de mis gafas siento sensaciones diferentes, en calma, como sentir el cosquilleo que deja el viento en tus pies mientras descansas en tu cama, o el enorme placer de nadar sin rumbo, sin marcas, sin tener que respirar... sólo por el placer de nadar.... Incluso ponerse a andar dejando que la música de los cascos marquen el ritmo de tus pasos y despertar en algún momento de ese momento en blanco y darte cuenta que has llegado a un sitio conocido o desconocido... pero perfecto.

Esa es mi vida a través de mis gafas... un viaje eterno. Si quieres acompañarme, sólo tienes que ponértelas.