sábado, 3 de noviembre de 2018

Desesperación

La escucho desde la habitación contigua a la mía. Aun dista de tener sus últimos alientos, pero la desesperación por que llegue el momento transforma cada respiración en un tictac , como si fuera restando lentamente el tiempo hasta su muerte.

Respiración-gemido-respiración-gemido-respiración-gemido.... y a los 5 minutos un quejido sonoro. Cada tarde, cada instante, como un reloj cuco que marca la hora.



Pongo música para evitar escuchar pero cada gemido danza al son de las canciones que mi homepod reproduce. Te acercas para ayudar pero el gemido se interrumpe, y al darte la vuelta escuchas susurros suplicando a las hilanderas.

El aire cargado de angustia se puede oler desde mi cama; se vislumbra una niebla gris y ella se pierde en ella.

Y otra vez respiración-gemido-respiración-gemido... cada minuto, cada segundo.

Día tras día desaparece sin llegar a hacerlo del todo. No acepta que aún no es su momento. Su única realidad es el dolor que hasta en sus huesos siente. La comida resulta ser ceniza y el agua ya no tiene frescor ni en su boca ni en su piel. Se dedica a vivir esperando con miedo, respirando, gimiendo, esperando.

Horas muertas pasan con la cabeza vacía de pensamientos. No quiere recordar, no quiere recuperar. No existe la esperanza en un cuerpo roto por la edad y por la enfermedad, o eso es lo que ella comienza a creer.


Y de nuevo respiración-gemido (que llegue ya), respiración-gemido (no deseo vivir así ), respiración-gemido (no puedo más).

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