lunes, 13 de enero de 2014

Cuentacuentos


Hoy he contado mis dos primeros cuentos a un público de niños. En primer lugar porque me apetecía hacer algo nuevo y probar la experiencia. En segundo lugar, porque algo en mi interior me decía que no podía irme sin haberles contado un cuento a mis alumnos. Pero sobre todo, es por algo que escuché a mi profesora una vez: "a los niños les encanta que les cuenten cuentos".

Y de esto trata mi entrada hoy, de mi primera toma de contacto.

He de decir que tengo sentimientos encontrados, ya que, a pesar de estar ilusionada y haber ensayado, cuando llega el momento de la verdad parece que me haya quedado en blanco, y más cuando sabía que me estaba grabando. Luego hay un momento en que te viene todo de golpe e incluso piensas 20 cosas a la vez, es decir, pensaba en el cuento, en cómo debía de contarlo, las paradas que tenía que hacer... y por si fuera poco encima me escuchaba y me hacía observaciones a mi misma.

Lo bueno, fue la cara de los niños. Cómo me miraban expectantes, como participaban y como seguían el hilo de la historia, interactuando con cada palabra que decía o con cada gesto. Ellos mismos me iban acompañando en la historia. Os lo voy a contar mejor:

La primera historia que les conté fue uno de mis cuentos favoritos del cual proximamente tendréis actividades para su lectura: "Donde viven los monstruos" de Maurice Sendak.

Es un cuento infantil con todas las cualidades que tienen dichos cuentos: un personaje niño con el que identificarse, una historia con gancho como son los monstruos, más ilustraciones que texto, y una narración corta y sencilla con mucha acción. ¿Por qué este cuento? Porque a pesar de considerarlo para menos edad, creo que los 6 años de la clase de 1º de primaria aún están en ese límite de travesuras hogareñas con restos de juego simbólico que identifican a Max, el protagonista.

Además, sólo dos niños conocían el cuento, les encantó saber que era uno de mis favoritos, fue un regalo de su amigo invisible (yo), y porque en las prácticas, pude presentarles el cuento detras de piezas de un puzzle gigante sin contarles el final, para que, antes de contarles el cuento, ellos imaginaran cómo podía terminar la historia.

Mientras les contaba el cuento, fue curioso, pues sólo una vez lo habían escuchado, y se acordaban de muchas de las partes del cuento.... tanto era así que a veces me acompañaban en la lectura haciendo memoria. ¡Increible!. ¿Cómo es posible no pensar que si se introduce adecuadamente una lectura, el niño no tenga interés en seguirla?.

Ayudó mucho también el hecho de que usé a mi amigo "Pepe", una marioneta de mano en forma de zorro de peluche que les gustó mucho.

Ni que decir que el cuento les encantó.

Pero lo bueno viene ahora. En la entrada anterior os publiqué un cuento que yo misma inventé en uno de mis curiosos momentos de desliz mental. Pues ese mismo cuento se lo conté a los niños después. Y el resultado lo vais a ver en el vídeo. Una de mis travesuras gatunas (y ya entenderéis por qué digo esto).

Por favor, no seáis muy críticos. Tengo fallos jeje. Pero lo que me cuenta a mí es la experiencia vivída, las ganas de hacer cosas por los pequeños, y también las ganas de probarme a mi misma.

El cuento les encantó, así que si no lo habéis leído ya, espero que os guste y que, por otro lado, veáis que se pueden usar recursos a nuestro alrededor para interactuar a la hora de contar una historia. A mi me sirvió la pizarra y un muñeco...

Un saludo a todos, y que tengáis bonitos sueños gatunos.





3 comentarios:

  1. ¡Qué experiencia más chula! Me ha encantado. Te la anoto.

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  2. Bewi, no me esperaba para nada esta entrada. Que pasada, que chulada y que suerte que hayas podido vivir esta experiencia en las prácticas.

    Por cierto tu cuento es genial. Que bueno…

    Algún día lo publicarás.

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  3. Me encantaría saber contar cuentos a los niños, tú has demostrado que no se te da pero que nada mal, que guay!! Me gusta mucho el cuento también :) :)

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