domingo, 6 de abril de 2014

Cada oveja con su pareja.... ¿o no?


El martes pasado asistí a las "Jornadas sobre mejores prácticas en inclusión de personas TEA en entornos escolares y laborales" en el Caixafórum en la víspera del día mundial del Autismo, organizado por Sinteno.

A pesar de que se merece una entrada pues se vieron muchas cosas interesantes y que todos deberíamos tener en cuenta para construir una sociedad mejor, no voy a hablar de las jornadas. Voy a hacer una reflexión de lo que allí escuché a una chica muy valiente que nos habló sobre su problema y de cómo llevó su vida escolar.

A veces leemos un libro y nos encanta más que otros porque nos hemos visto reflejados en un personaje. De pronto, nuestros sueños y deseos más profundos se cumplen en aquello que estamos leyendo y vivimos la lectura desde un enfoque más personal, más íntimo. En otras ocasiones, sus páginas narran a la perfección lo que sentimos, algo que ya dije en mi post "Hay un libro para cada uno".  ¿Verdad que os ha pasado?.


Ese personaje con el cual nos identificamos se independiza y vive una vida alejada de normas impuestas, o encuentra al amor de su vida, se embarca en el viaje que nos encantaría hacer o incluso vuela y nosotros le acompañamos en su vuelta por las nubes. Yo mismo me caracterizo en los gatos que aparecen en los cuentos.

Pues lo mismo le pasó a esta chica. Presa desde pequeña del bullying y del acoso escolar, insultada injustamente por un problema que ella no eligió pero aceptó tener, se veía reflejada en personajes con los que pocos se verán identificados.

Hablaba como gran apasionada de la lectura, como su principal vía de escape de un mundo donde a ella no le gustaba vivir por lo mal que se lo hacían pasar y la lectura, especialmente de los clásicos, le daban ese deshaogo que ella no podía tener.

No logro sacarme de la cabeza sus palabras cuando, hablándonos de por qué se identificaba con el "Fantasma de la Ópera" nos decía que este personaje lo que quería realmente era ser amado (como ella), o como Frankenstein, de quien tenían miedo y le atacaban por ser algo desconocido, cuando él no tenía la culpa de ser como era y mucho menos quería causar esas reacciones en la gente. El sólo quería vivir en paz.

Son dos obras maravillosas que me he leído y que lógicamente me gustaron por la historia y por la crítica. Incluso pude empatizar y sentir lástima, pero en ningún momento me identifiqué con estos personajes y mucho menos pensé que alguien pudiera hacerlo.

Dice mucho de lo que sintió ella y dice aún más de la sociedad. Una sociedad en la que lo desconocido, lo que no es común, lo especial, da mala vibración, da desconfianza. Lo más penoso es que esto sigue así desde tiempos antiguos y seguimos manteniendo una mente retrógrada en la que algunos piensan que hemos avanzado porque ya no encerramos a estas "personas" y las aislamos y que cada vez hay más inclusión... una inclusión en lo que llamamos "centros normales" donde los "monstruos" no son estas personitas que se identifican con Frankenstein, sino el resto de australopitecus de cerebro reducido que ni viven ni dejan vivir y ante estas situaciones reaccionan de la forma más primate posible (con perdón de los monos y simios a quienes considero con más cabeza que muchos seres humanos) que es atacando y volviendo a atacar. Tal vez los que deberían darse golpes con la pared serían ellos.

Y después de este.... llamémoslo deshaogo... La pregunta que lanzo es: ¿nos parece correcto?.

Ella terminó diciéndonos algo muy alentador: "Se sale, de esta situación se sale y con más fortaleza que cuando entraste". Es admirable que una persona que ha sufrido tanto y que nada le debe al mundo, sea capaz de tener unas palabras tan esperanzadoras para muchos que viven estas situaciones. No, no sólo me refiero a personas con Asperger, Autismos, trastornos, enfermedades etc... Fueron palabras para todos y cada uno de nosotros.

Tal vez un día vuelva a leer esas grandes obras a las que ella se refirió y desde luego no sólo veré a estos personajes de otro modo, sino que me acordaré de ella, de ella y sus palabras, de su valentía.... y de todo aquello que quiso transmitir en unos pocos minutos en aquella sala. Gracias Cristina.



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